„No hay arte experimental como no hay oración experimental.”
En el milenario de la fundación del Reino Húngaro y de la coronación del Rey Esteban, Tibor Rieger recurrió a uno de los primeros y más hermosos vestigios artísticos del cristianismo húngaro. El artista trabajó durante cuatro años, desde 2000 hasta 2004, sobre el relieve en bronce del Manto de coronación. Lo planificó como parte de un monumento a San Esteban, donde el manto cubriría el trono sobre un estrado. El manto de coronación representa para el rey la protección, la ayuda divina, el cual lo protege para que pueda cumplir su misión a favor del país.
La casulla suntuosa, oferta por el rey Esteban y la reina Gisela en 1031 a la Basílica real, ya en su época representaba una obra artística y espiritual particularmente importante. El tejido de casi 1000 años está expuesto actualmente en el Museo Nacional Húngaro, en penumbra, protegido de la luz. Sus representaciones artísticas hoy en día ya son difíciles de identificar. Tibor Rieger con su trabajo artístico de muchos años, hizo renacer las representaciones artísticas arruinadas: reprodujo la composición plana en el espacio. La obra así originada nos muestra con una ampliación de uno y medio esta reliquia nacional única en el arte europeo también. La obra de Tibor Rieger no es una copia, sino una obra maestra escultural que trasplantó el mundo colorado bidimensional del tejido en una escultura de tres dimensiones. Observando la obra, se anima el elogio divino de nuestros antepasados milenarios, su acción de gracias, el paraíso, la visión de Trinidad con los ángeles, los profetas, los apóstoles y los santos principales de la Iglesia.
El relieve fue expuesto en varios lugares. Se pudo ver en 2010 en el encuentro de los cristianos en Ravenna, en 2012 en la exposición organizada en la Galería Várnegyed del Ayuntamiento de Budavár. En 2017, el Lunes de Pascuas fue inaugurado en su lugar definitivo, en la capilla de la iglesia ruina de María Magdalena de Budavár.
“De la época de San Esteban casi todo se destruyó, sólo encontramos piedras de base, y entonces uno de los materiales más frágiles, el tejido se conservó y existe desde hace casi mil años. Pensé que si alguien quiere sentir esa espiritualidad que hubo en la corte del rey Esteban, como mejor puede percibirlo es a través de la capa.”
(Tibor Rieger)
“Tanto mi familia paterna como mi familia materna vienen del mundo campesino del pueblo Csépa de la Gran Llanura húngara. En la época del dominio turco, el pueblo quedó despoblado, después fue repoblado con Paloces pobres de Felvidék. A finales de los años treinta, mis padres se mudaron de Csépa a Gyálliget – hoy Gyál - , perteneciente a Alsónémedi. Nací allí pero considero Csallóköz, perteneciente en aquella época a Hungría como mi verdadero lugar de nacimiento. Mis primeros recuerdos están vinculados a Királyfiakarcsa, un pequeño pueblo en Felvidék. Hay doce Karcsa y tienen una sola iglesia. Siguen la orden de San Esteban según la cual „diez pueblos deben construir una iglesia”. Después de la guerra, en 1946 nos ahuyentaron de ahí, así nos mudamos al pueblo Levél junto a la frontera austríaca, de donde deportaron a los suabos. Los habitantes del pueblo eran pobres traídos de Felvidék, Transilvania, Borsod y de otras regiones. Nosotros los niños a pesar de la pobreza éramos felices en este mundo multicolor. Después de la primaria, mis padres me matricularon en el instituto benedictino de Győr, que en un mundo ateo, comunista, representaba una pequeña isla de la fe cristiana. Seguí mis estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes, donde mi maestro Pál Pátzay, tenía como principio que el arte no se puede enseñar, pero sí a la profesión, que ya es una tarea bastante grande. Después de los cinco años de formación, seguí en la formación master de dos años y me gradué en 1966. Los siguientes años fueron difíciles, y de verdad en los años ochenta es que me encontré a mí mismo.”
Tibor Rieger es un artista sobresaliente de la escultura sagrada húngara. Varias de sus obras fueron inspiradas por figuras relacionadas con el pasado cristiano de la historia húngara. Entre sus obras encontramos numerosos monumentos también.
La materia de su escultura es el bronce y la piedra, algunas veces la madera. Al lado de las pequeñas figuras, a partir de los años 80, en su arte dominan las estatuas monumentales urbanas y los relieves colocados en edificios públicos. Unas cincuenta obras, estatuas decoran los edificios y espacios públicos de nuestra patria.
Entre sus obras monumentales se destacan la puerta del Milenio de la Basílica de la Abadía Superior Benedictina de Pannonhalma (1966), el monumento de 1956 en Mosonmagyaróvár (1991), el monumento en Hegyeshalom erigido en memoria de las víctimas de las dos guerras mundiales, de la deportación y de 1956 (1993) y el relieve erigido en memoria de las víctimas de la segunda guerra mundial en Kecskemét (1998). Entre sus obras está el pozo decorativo San Jorge en Győr, la estatua de Pál Teleki en Balatonboglár (2004), la estatua doble de los profesores científicos monjes Gergely Czuczor y Ányos Jedlik. Es importante el monumento de 1848 en Várpalota y en entre sus últimas obras está la estatua Magna Domina Hungarorum en Királyfiakarcsa, la estatua de Gábor Baross en Győr y el monumento de Mindszenty en Máriaremete.
Recibió varios premios por su actividad artística sobresaliente: en 1997 el premio Pro Urbe Mosonmagyaróvár, en 2002 el premio M.S Maestro, en 2004 la medalla de Pál Pátzay, en 2006 el premio de István Kormos de la provincia Győr-Moson-Sopron. Además de los premios San Martín, Jenő Szervátiusz, Patrimonio Húngaro, medalla de oro de la ciudad Ravenna, en 2015 recibió la Cruz de Caballero de la Orden del Mérito Húngaro. En 2016, la Conferencia Episcopal Católica Húngara le concedió el premio Pro Cultura Christina. El 15 de marzo de 2018, recibió el premio Kossuth.
„No hay arte experimental como no hay oración experimental.”
“Tanto mi familia paterna como mi familia materna vienen del mundo campesino del pueblo Csépa de la Gran Llanura húngara. En la época del dominio turco, el pueblo quedó despoblado, después fue repoblado con Paloces pobres de Felvidék. A finales de los años treinta, mis padres se mudaron de Csépa a Gyálliget – hoy Gyál - , perteneciente a Alsónémedi. Nací allí pero considero Csallóköz, perteneciente en aquella época a Hungría como mi verdadero lugar de nacimiento. Mis primeros recuerdos están vinculados a Királyfiakarcsa, un pequeño pueblo en Felvidék. Hay doce Karcsa y tienen una sola iglesia. Siguen la orden de San Esteban según la cual „diez pueblos deben construir una iglesia”. Después de la guerra, en 1946 nos ahuyentaron de ahí, así nos mudamos al pueblo Levél junto a la frontera austríaca, de donde deportaron a los suabos. Los habitantes del pueblo eran pobres traídos de Felvidék, Transilvania, Borsod y de otras regiones. Nosotros los niños a pesar de la pobreza éramos felices en este mundo multicolor. Después de la primaria, mis padres me matricularon en el instituto benedictino de Győr, que en un mundo ateo, comunista, representaba una pequeña isla de la fe cristiana. Seguí mis estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes, donde mi maestro Pál Pátzay, tenía como principio que el arte no se puede enseñar, pero sí a la profesión, que ya es una tarea bastante grande. Después de los cinco años de formación, seguí en la formación master de dos años y me gradué en 1966. Los siguientes años fueron difíciles, y de verdad en los años ochenta es que me encontré a mí mismo.”
Tibor Rieger es un artista sobresaliente de la escultura sagrada húngara. Varias de sus obras fueron inspiradas por figuras relacionadas con el pasado cristiano de la historia húngara. Entre sus obras encontramos numerosos monumentos también.
La materia de su escultura es el bronce y la piedra, algunas veces la madera. Al lado de las pequeñas figuras, a partir de los años 80, en su arte dominan las estatuas monumentales urbanas y los relieves colocados en edificios públicos. Unas cincuenta obras, estatuas decoran los edificios y espacios públicos de nuestra patria.
Entre sus obras monumentales se destacan la puerta del Milenio de la Basílica de la Abadía Superior Benedictina de Pannonhalma (1966), el monumento de 1956 en Mosonmagyaróvár (1991), el monumento en Hegyeshalom erigido en memoria de las víctimas de las dos guerras mundiales, de la deportación y de 1956 (1993) y el relieve erigido en memoria de las víctimas de la segunda guerra mundial en Kecskemét (1998). Entre sus obras está el pozo decorativo San Jorge en Győr, la estatua de Pál Teleki en Balatonboglár (2004), la estatua doble de los profesores científicos monjes Gergely Czuczor y Ányos Jedlik. Es importante el monumento de 1848 en Várpalota y en entre sus últimas obras está la estatua Magna Domina Hungarorum en Királyfiakarcsa, la estatua de Gábor Baross en Győr y el monumento de Mindszenty en Máriaremete.
Recibió varios premios por su actividad artística sobresaliente: en 1997 el premio Pro Urbe Mosonmagyaróvár, en 2002 el premio M.S Maestro, en 2004 la medalla de Pál Pátzay, en 2006 el premio de István Kormos de la provincia Győr-Moson-Sopron. Además de los premios San Martín, Jenő Szervátiusz, Patrimonio Húngaro, medalla de oro de la ciudad Ravenna, en 2015 recibió la Cruz de Caballero de la Orden del Mérito Húngaro. En 2016, la Conferencia Episcopal Católica Húngara le concedió el premio Pro Cultura Christina. El 15 de marzo de 2018, recibió el premio Kossuth.
En el milenario de la fundación del Reino Húngaro y de la coronación del Rey Esteban, Tibor Rieger recurrió a uno de los primeros y más hermosos vestigios artísticos del cristianismo húngaro. El artista trabajó durante cuatro años, desde 2000 hasta 2004, sobre el relieve en bronce del Manto de coronación. Lo planificó como parte de un monumento a San Esteban, donde el manto cubriría el trono sobre un estrado. El manto de coronación representa para el rey la protección, la ayuda divina, el cual lo protege para que pueda cumplir su misión a favor del país.
La casulla suntuosa, oferta por el rey Esteban y la reina Gisela en 1031 a la Basílica real, ya en su época representaba una obra artística y espiritual particularmente importante. El tejido de casi 1000 años está expuesto actualmente en el Museo Nacional Húngaro, en penumbra, protegido de la luz. Sus representaciones artísticas hoy en día ya son difíciles de identificar. Tibor Rieger con su trabajo artístico de muchos años, hizo renacer las representaciones artísticas arruinadas: reprodujo la composición plana en el espacio. La obra así originada nos muestra con una ampliación de uno y medio esta reliquia nacional única en el arte europeo también. La obra de Tibor Rieger no es una copia, sino una obra maestra escultural que trasplantó el mundo colorado bidimensional del tejido en una escultura de tres dimensiones. Observando la obra, se anima el elogio divino de nuestros antepasados milenarios, su acción de gracias, el paraíso, la visión de Trinidad con los ángeles, los profetas, los apóstoles y los santos principales de la Iglesia.
El relieve fue expuesto en varios lugares. Se pudo ver en 2010 en el encuentro de los cristianos en Ravenna, en 2012 en la exposición organizada en la Galería Várnegyed del Ayuntamiento de Budavár. En 2017, el Lunes de Pascuas fue inaugurado en su lugar definitivo, en la capilla de la iglesia ruina de María Magdalena de Budavár.
“De la época de San Esteban casi todo se destruyó, sólo encontramos piedras de base, y entonces uno de los materiales más frágiles, el tejido se conservó y existe desde hace casi mil años. Pensé que si alguien quiere sentir esa espiritualidad que hubo en la corte del rey Esteban, como mejor puede percibirlo es a través de la capa.”
(Tibor Rieger)